La iluminación puede crear un ambiente o destacar un determinado objeto o espacio. Determina esencialmente cómo experimentamos un espacio y destaca o apoya el objetivo específico de una habitación. Distinguimos entre tres tipos de efectos luminosos (iluminación directa, indirecta y difusa) y cuatro tipos de iluminación:
En el caso de una iluminación directa la fuente luminosa apunta directamente al objeto o la superficie a ser iluminada. No hay filtro, solo una fuerte iluminación directa. Utilizamos este tipo de iluminación sobre todo para iluminar una obra de arte o por encima de una mesa, para leer, … También para una iluminación general en una habitación puede usarse una iluminación directa, aunque en este caso se necesitarán varias fuentes luminosas para obtener una distribución uniforme de la luz.
La iluminación directa es ideal para ver los detalles, pero debido a la fuerte iluminación enfocada se crea un juego de sombras que resulta nefasto, por ejemplo, en un lugar de trabajo. Además es muy probable que se produzca un deslumbramiento dado que el haz luminoso es muy concentrado y fuerte.
Las formas de iluminación directa más utilizadas: focos empotrados y lámparas de lectura.
En el caso de la iluminación indirecta utilizamos el entorno para iluminar el espacio. En este caso el techo y las paredes son reflectores secundarios que reflejan la luz en el espacio. De esta manera también se iluminan los objetos fuera del haz de luz directo. Es importante saber que las superficies lisas reflejan mejor la luz que las superficies con estructura (por ejemplo, paredes con relieve).
Esta forma de iluminación resulta excelente para crear un determinado ambiente en un espacio y hacer que parezca más grande. Para utilizar la iluminación indirecta como iluminación general se requieren más fuentes de luz y de mayor potencia para obtener la misma cantidad de luz que con una iluminación directa.
La mayor ventaja de la iluminación indirecta es que se evita la creación de sombras y tampoco se produce ese deslumbramiento molesto. Permite iluminar un espacio con suficiente luz agradable sin ese efecto duro de la iluminación directa.
Ejemplos de iluminación indirecta: apliques orientados al techo o lámparas de pie con regulador de intensidad.
La iluminación difusa filtra primero la luz. De esta manera se crea una distribución uniforme de la luz en el espacio. La iluminación difusa se utiliza a menudo en un entorno laboral dado que no se crean sombras ni reflexiones. En determinados espacios puede combinarse con una iluminación directa o indirecta.
Distinguimos cuatro tipos de iluminación, cada uno con su propio objetivo:
La iluminación general o iluminación básica ofrece una iluminación uniforme de un espacio, por ejemplo una lámpara de techo. Son las lámparas más utilizadas y las que se encienden primero al llegar a casa. Es el principal tipo de iluminación por lo cual a menudo se trata de lámparas grandes. A este fin, las lámparas para colgar resultan ideales.
La iluminación funcional sirve de apoyo a una actividad; pensemos, por ejemplo, en una lámpara de lectura, una lámpara de mesa de estudio o la iluminación de la encimera. Esta iluminación es importante para iluminar correctamente durante una actividad así como para la salud de los ojos. En este caso, se utiliza cada vez más la iluminación LED en vez de las bombillas tradicionales. ¿Por qué? Porque los LED tienen una vida útil mucho más larga y además consumen menos energía.
Usándose una iluminación de acento la luz cae directamente sobre un objeto, por ejemplo un cuadro u otro objeto. Llama la atención sobre el objeto iluminado. O sea, la iluminación de acento tiene más bien una función estética.
La iluminación de ambiente lógicamente crea un cierto ambiente en un espacio. Hace que una vivienda resulte agradable y acogedora. Ejemplos de iluminación de ambiente son las lámparas de mesa, las lámparas de piso y los apliques. Además, a menudo están dotados de un regulador de intensidad para poder adaptar la luz manualmente al ambiente.
La elección del tipo de iluminación depende pues del objetivo específico del espacio. En la hostelería, por ejemplo, es fundamental poder crear el ambiente deseado. En un comercio, por su parte, es importante que los productos queden bien iluminados y sean destacados.
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